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Entrevista:
Silvana Figueroa

“Llevo años trabajando la greda. Empecé como a los ocho años. Incluso yo hacía loza escondida. Antiguamente las camas eran altas y yo dejaba mi tablita con la loza debajito de la cama cuando me iba al colegio. Entonces les decía que nadie vaya a hacer aseo a mi cama, que yo dejaba listo. Porque no quería que metieran la escoba pa’ debajo de mi cama, donde yo escondía la loza hecha. Mi mamá no quería que hiciera loza pa que estudiáramos. Y mi papá quería que todos estudiáramos y que nada de greda.

Después falleció mi papá, cuando yo tenía 10 años. Éramos 4 hermanos y yo soy la segunda. Como mi mamá quedo viuda y a mí me gustaba hacer loza, me puse a trabajar con ella. Trabajamos años juntas. Mi mamá podía hacer mates y yo hacía chanchos. Mi mamá a veces estaba haciendo miniatura y yo estaba haciendo juguetes. Entonces nunca estábamos haciendo lo  mismo. Mi mamá hacia muy linda loza. En los museos hay loza de ella.

Yo tenía 33 años cuando mi mamá falleció. Ella falleció joven, como a los 62-63 años. Le dolían las manos ya. Se quejaba mucho y ya le estaban saliendo lo mismo que nos salen a todas nosotras, en las articulaciones de las manos. Los huesitos se nos salen para afuera con la artrosis. Y yo me acuerdo que mi mamá siempre se quejaba, y yo le sobaba las manitos y me decía: “ahí es donde me duele”. Y son los mismos lugares que me duelen a mí ahora.

A mí siempre me ha gustado trabajar en greda. Hago figuras y loza todo el año. Y lo que más me gusta es hacerla, trabajarla y darle la forma que yo quiera. Mi esposo me ayuda. Él se llama Gastón Monti. Gastón cumplió los 69 pa 70, y ahora si estamos vivos en una semana más, si Dios quiere, cumplimos 50 años de casados.

Mi esposo me empezó a ayudar a los pocos años que nos casamos porque los trabajos se terminaron, no había más trabajo en las minas. Y yo le dije: “no, los hijos se hacen de dos así que a trabajar”. Nos dividimos las tareas. Él siempre ha pisado la greda y cuece la loza. Yo lo ayudaba harto antes, pero ahora ya no mucho, porque tengo toda la columna con artrosis.  Antes no era fácil la vida campesina. El cuerpo se gastaba. Había que ir a hacer compras al mercado a Chillán, había que echarse sacos de 40 kilos a la espalda. Antes yo dibujaba sola, pero cuando el dedo de una mano se me enchuecó y ya no puede más tomar el famoso pintor. Entonces él me dijo: “yo voy a aprender a hacerlo”.

Ha cambiado mucho este lugar. Aquí en el campo, como el 80 por ciento eran alfareras antes. Ojalá que no se pierda la tradición porque ya la juventud acá no trabaja nadie, muy poca, en greda. Y yo creo que con el tiempo no va a haber nadie que haga loza. Unas o dos personas.

A mí me gusta hacer lo que se me viene a la cabeza. No estar siempre pegada en lo mismo, eso me aburre. Entonces yo hago cosas que otros no. Para este proyecto del Centro Cultural La Moneda hice un huaso con una china. La señora Josefina quería que nosotras estampáramos flores silvestres de la zona en una pieza de greda. Y yo iba a hacer un cántaro parce, pero cuando ella vio el huaso con la china que yo tenía en mi casa me dijo: “en éste te queda bien”.


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